El poder de los medios: Burros, el judío nazi y Carol de los Problemas Crecen

El poder que tienen los medios de comunicación sobre nuestras vidas es gigantesco. Aquí contaré dos casos curiosos a la vez que trágicos: el suicidio de Dan Burros, un judío perteneciente al Partido Nazi Americano (como lo oís) y la enfermedad que padeció Carol en la serie Los Problemas Crecen. En ambos caso el fatal desenlace fue producto de los medios de comunicación.

Dan Burros, el judío nazi

Vida

Dan Burros era un joven useño perteneciente al Partido Nazi Americano, del cual llegó a ser nada menos que secretario nacional. Su afiliación al nazismo no habría llamado la atención de no ser por el hecho de que Burros era judío. Es curioso que un judío fuese parte de un partido profundamente antisemita, hasta el punto de que compartiese esas ideas. Sin embargo, Burros tuvo un final trágico, pero no por lo que la mayoría podría esperar. Veamos ahora brevemente su historia.

Burros, de familia con origen judeo-ruso, asistió a una escuela judía y tuvo su bar mitzvah. En el instituto obtuvo un CI de 154 y sacaba buenas calificaciones, aunque era una joven retraído con pocos amigos. En esa época comenzó a interesarse por la política leyendo frecuentemente a Nietzsche y Spengler, debatiendo frecuentemente sobre política con sus compañeros. Burros tenía un personalidad inestable e intentó suicidarse hasta en tres ocasiones: mediante cortes y con una sobredosis de aspirinas. En uno de sus intentos dejó una nota de suicidio en la que declaraba: Ya no tengo fuerzas para salvar estas decadentes democracias. A ellas les deseo una maldición eterna. Me voy con el Führer Hitler, Der Grosse del III Reich que perdurará para siempre. Sieg Heil. Heil Hitler.

Posteriormente entró en la escuela militar, lo cual había sido siempre su deseo, pero fue expulsado debido comportamiento indebido (solía pasearse con una esvástica en el brazo). Es entonces cuando toma contacto con el recientemente creado Partido Nazi Americano, cuyo «Führer» era Georg Lincoln Rockwell. El partido era conocido por sus comentarios provocadores así como por desfilar con uniformes nazis con esvásticas al hombro. Sin embargo, nunca fueron más que un grupo testimonial dedicado más bien a escandalizar.

Burros, después de jurar lealtad a Adolf Hitler, llegó a ser nada menos que secretario nacional. Burros tenía una actitud frecuentemente bipolar: él en particular tenía poca paciencia con los grupos supremacistas que eran demasiado «suaves» con la cuestión judía, pero en una ocasión llevó un knish (un plato típico judío) a la sede del Partido Nazi Americano al tiempo que exclamaba «¡Vamos a comer esta buena comida judía!«, otras veces fantaseaba con métodos de tortura a judíos. Es por ello que algunos camaradas sospechaban de su origen judío y desconfiaban de él. Al de un tiempo, debido a discrepancias con Rockwell, abandonó el partido.

Es entonces donde se unió al United Klans of America, una de las ramas más violentas del KKK, alcanzando el grado de Gran Dragón (vaya nombres más exóticos). Aquí le fue bien e incluso consiguió una novia (hasta entonces la mayoría de sus encuentros habían sido con prostitutas). Parecía que había encontrado «su sitio». Sin embargo, todo se torció cuando un periodista pidió entrevistarle.

Revelación y muerte

Burros accedió a entrevistarse con un reportero del New York Times en un café. Al final de la entrevista el reportero le reveló que tenía pruebas de su origen judío. Burros entró en un estado de histeria, contestó: ¡Si publicas eso estaré arruinado! Todos mis amigos, todas mis asociaciones, todo lo que he vivido en los últimos siete años estará perdido. Inmediatamente después huyó a Pennsylvania para esconderse en la casa de un amigo miembro del KKK.

Burros pasó los siguientes días en un estado de nerviosismo. Finalmente, el domingo, 31 de octubre, el New York Times publicó el artículo exponiendo el origen judío de Burros en primera página. Cuando se lo dijo a su compañero del KKK, su respuesta fue realmente comprensiva: Eso no es importante, podemos hablar de ello. Pero Burros no quería hablar de ello. Mandó un último mensaje a sus amigos Larga vida a la raza blanca. No tengo nada por lo que vivir. Tras ello, tomó una pistola y se disparó al tiempo que escuchaba una opera de Wagner.

Al enterarse de su muerte, George Lincoln Rockwell, líder del partido, tuvo buenas palabras hacía Burros, pero achacó su suicidio a «esta desafortunada psicosis judía» y aprovechó la ocasión para atacar a los judíos refiriéndose a ellos como «un pueblo único con una masa distinta de desórdenes mentales».

Como vemos, Dan Burros no fue asesinado por alguno de los nazis miembros del partido al descubrir su origen judío, de hecho, por lo que hemos visto parece que incluso lo aceptaron sin mayores problemas, sino quién lo condenó fueron los medios de comunicación que hicieron público su secreto.

¿Que derecho tenía la prensa a revelar detalles de la vida de una persona? De hecho algunos criticaron al periódico por la publicación del artículo, que llevó a un chaval problemático e inestable al suicidio, aduciendo que la importancia del Burros había sido exagerada, siendo uno más de unos jóvenes dentro de un partido testimonial con apenas adeptos. Es obvio que fue un gran error meterse en un partido nazi, se sea judío o no, el fanatismo y la violencia no conducen a ningún sitio, pero como vemos, el poder de los medios es tal que pueden incluso provocar la muerte de una persona, por muy equivocada que pudiese estar.

La increíble historia así como su trágico desenlace fueron utilizadas para la película The Believer, un buena película, la cual está basada (vagamente) en la vida de Burros.

PD: Aunque la historia os parezca inverosímil, Burros no era el único judío dentro del partido. Por si esto fuera poco, el fundador del National Socialist Party of America (otro minúsculo partido nazi) fue Frank Collin, un useño con orígenes judíos, después de ser expulsado de otro partido nazi por ser judío, acusación que él negó.

Más: https://en.wikipedia.org/wiki/Dan_Burros

La anorexia de Carol en Los Problemas Crecen

Los Problemas Crecen era una conocida serie sitcom useña de los 80 que tuvo gran éxito, también aquí en España. Una de las protagonistas era Carol (interpretada por la actriz Tracey Gold), que hacía en la serie de hermana de Kirk Cameron, de la que hablaremos a continuación. Algunos diréis ¿y qué tiene que ver esta chica con el poder de los medios? Bien. Carol era, como veis en las imágenes, una chica de aspecto y peso normal para cualquier chica de su edad, pero a mitad de la serie, los guionistas tuvieron la idea de empezar a meter chistes sobre su gordura, como vertiente cómica. Como os dije, la actriz estaba en su peso normal, pero debido a esos chistes empezó a obsesionarse y a perder peso, hasta el punto de que le fue diagnosticada anorexia y terminó ingresando en un hospital estando al borde la muerte. La actriz tuvo que abandonar la serie debido a su anorexia, la cual era muy evidente en algunos capítulos de la serie, volvió para los capítulos finales, aunque todavía se apreciaba que no se había recuperado del todo. A pesar de que su vida corrió peligro, consiguió recuperarse y habló públicamente de ello, siendo una de las primeras celebridades en confesar su anorexia, con el objetivo de ayudar a otras personas. Si bien los medios le confesaron que debido a la enfermedad sus órganos reproductivos habrían quedado dañados, ella se casó y dio a luz a cuatro hijos.

El título de la serie, Los Problemas crecen, fue como un mal augurio, pero por suerte en este caso la actriz Tracey Gold se recuperó y vive una vida normal. Con toda seguridad los guionistas de la serie que introdujeron los chistes sobre gordos no lo hicieron con mala intención, simplemente creyeron que sería gracioso. Pero aquí vemos como el impacto de los medios es tal que consiguen que una persona física y mentalmente sana enferme hasta el punto de que tenga que se ingresada y peligre su vida. Los medios tienen la capacidad de hacernos creer mentiras y de que dudemos de hasta nosotros mismos.

Reflexión

La reflexión que pretendo dar en este artículo es el enorme poder que tienen los medios de comunicación actuales, sobre todo en Occidente, donde alcanzan a todos los ciudadanos del país por televisión, radio, publicidad o móvil. Aquí hemos visto cómo los medios provocaron el suicidio de un hombre, o de cómo provocaron una enfermedad psicológica a una mujer que casi acabaron con su vida. ¿Qué más nos estarán haciendo?